¿Y qué dice lo que hacen frente al Papa?

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Fuente de la fotografía: Presidencia.

Anoche dejó el territorio nacional el papa Francisco. Su visita dejó muchos mensajes. Varios de ellos, sin embargo, no dichos por el pontífice, sino por los demás actores en templete y primera fila.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos señala en su artículo 24: «Nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad [de culto] con fines políticos, de proselitismo o de propaganda política». Señala también en los artículos 115 y 40, que «Los estados adoptarán, para su régimen interior, la forma de gobierno (…) laico» y que «Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República (…) laica». Pero aunque sea voluntad de quienes formamos parte de este país tener un Estado laico (no sé si por convicción de todos, pero al menos sí por ley), no fue demostrado por quienes dirigen ni esos estados ni esta república.

Entre estas acciones se cuenta la asistencia de Enrique Peña Nieto en primera fila (lo que le dio una posición privilegiada para ser visto) a la misa oficiada por Francisco I en la Basílica de Guadalupe. Restarle un matiz político a esa combinación de posibilidades (y, como mandatario, no haber pedido por prudencia el cambio del asiento) sería una simpleza. Pero aparte de acciones hubo dichos. Frases del discurso de bienvenida como «las causas del Papa son también las causas de México» o «Su Santidad, México lo quiere», le escriben la tilde encima a lo que Peña quería ponerle acento. Y aún fue más allá. Le dijo: se encontrará con un pueblo generoso y hospitalario. Un pueblo orgullosamente guadalupano. Éste es el México que lo recibe con el corazón y con los brazos abiertos». Léase de las palabras del presidente: México está con las causas del Papa, no de Jorge Mario Bergoglio. Léase: Su Santidad; ¿no causaría revuelo que nuestro presidente le hablara al rey de España diciéndole Su Majestad?, ¿por qué Su Santidad sí es permitido? Léase: ¿qué el 17% de los mexicanos que no somos católicos, y los no orgullosamente guadalupanos, no somos parte de ese pueblo fantástico que pinta Peña Nieto?

Es cierto: cada mensaje del presidente resulta impreciso frente a la realidad que se vive fuera de sus informes, de los vecindarios donde viven sus secretarios. Y aunque se puede comprender (no justificar) que ciertas verdades maquilladas tengan algún efecto positivo macroeconómico, político, turístico o como ejercicio del ciudadano presidente para producir confianza en sí mismo; ¿qué gana haciéndonos en su discurso guadalupanos a todos? ¿No estimó que un margen de error de 17% sobre quiénes son seguidores religiosos de Francisco I es grosero para toda estadística, y grosero para todos a quienes nos pinta la fachada de guadalupanos, nos poda en forma de cruz, nos asfalta por encima de la libertad de culto, para cuando pase por aquí el papa Francisco?

Hablemos de otros mensajes. ¿Qué quizá decir el gobernador de Chiapas (donde el 42% no es católico), Manuel Velasco, besándole la la mano?; ¿qué nos comunicó el gobierno de Miguel Ángel Mancera (autor de una desafortunada selfie papal) imprimiendo avisos del sistema de transporte colectivo en que se refieren al mandatario del Vaticano como «Su Santidad», por no mencionar los letreros de bienvenida al pontífice en los vagones y estaciones del metro por donde evidentemente no pasó?; ¿a qué responde la publicidad del gobierno de Michoacán de Silvano Aureoles inundando la capital del país, haciendo una invitación sin sentido a que los capitalinos que iban a tener al papa todos los días en la ciudad (en eventos públicos y traslados de ida y vuelta al aeropuerto) viajaran Michoacán para verlo ahí? Dicho de otro modo, fue como ofrecerle un viaje en taxi al que va conduciendo su automóvil, fue como vendernos aire.

Quien sí se lo compró, por ejemplo, fue Belinda, la cantante invitada por la primera dama para hacerle un disco al papa. Así es, Angélica Rivera se dedica ahora a eso. Y no es poca cosa, porque en palabras de la primera dama sería para llegarle al papa al corazón. En esa aura de amor y santidad, en Michoacán, Belinda fue a sentarse en el lugar reservado para enfermos y personas con discapacidad. Por si cantando no llega al corazón del papa, con sus deplorables acciones llegaría unos metros más cerca. Por otra parte, en Ciudad Juárez, localidad que también visitó, la gente bromeaba con que el primer milagro del papa argentino es que las autoridades hicieran algo por mejorar la imagen urbana de los lugares por donde pasaría. Los gobiernos locales le tienen más miedo a lo que vea la prensa que a lo que vea todos los días su electorado.

Es cierto: ninguna de estas anécdotas destruyó las instituciones de la república o de los estados. Pero lo que también es verdad es que la organización de una entidad política también tiene que ver con el gasto público, y no fue laico. Tiene que ver con el público al que se deben las instituciones, y no es ni al papa ni a los papa-fans. Tiene que ver con respetar la Constitución que juraron nuestros gobernantes para ejercer su cargo. ¿Qué no estarán dispuestos a hacer ganarse en el siguiente? Si por tener mayor visibilidad política se derrocha el dinero y se viola la carta magna, ¿por qué no ocurrirá con la legislación electoral si violarla les facilita el puesto y, frente a la constitución, hasta romperla es poca cosa?


Museo de las preguntas

¿Fue la visita del papa y el gasto millonario en publicidad de Michoacán y la Ciudad de México el inicio de la contienda presidencial entre los perredistas Silvano Aureoles y Miguel Ángel Mancera? ¿Aplica el dicho de que las naciones tienen los gobiernos que se merecen, a que los mexicanos tenemos la primera dama que nos merecemos? ¿Se le puede llegar al corazón a alguien con un disco de pop con cantantes como Belinda? ¿Realmente, como se dice, hay más guadalupanos que católicos? ¿Qué es ser católico para los católicos? ¿Qué pensará Francisco I?